¿A alguno de vosotros le preocupa si ese “súper-caro perfume de marca que usáis” la usan muchas personas?
No, por Dios… no me contestéis, prefiero vivir con esa incertidumbre; ya tuve la ocasión una tarde en una terraza de un bar en Madrid de descubrir el gran trauma psicológico que puede llegar a ocasionar eso en la vida de una persona.
Os cuento.
“Ósea” todo empezó una tarde en Madrid cuando un amigo me presento a “su novia” (lo de la novia va en comillas porque todavía no tenía claro que fuera la chica de su vida y realmente deseo que no sea así y creo que me comprenderéis cuando terminéis de leer mi especie de conclusión, aunque realmente es posible que se la merezca, quien sabe). Bien con esa novia, venia la corte, dos amigas más.
Estoy intentado no ser irónica, pues no quiero dañar la sensibilidad de aquellos y aquellas que se sientan identificados con este tema, pero también es verdad que no creo que alguien así pudiera perder su tiempo leyendo esto, ni que fuera capaz de entenderlo.
Vayamos al tema, ropa cara y de marca, bueno yo diría de “súper-marca” y os juro que muchas de ellas ni las conocía pero ese día aprendí que alguna de esas marcas son más baratas en Nueva York y que vale la pena tirarse ese montón de horas en un avión para poder adquirir esas prendas.
Alucinaba; si, si, ¡Alucinaba! ¿Cómo he podido sobrevivir 41 años sin lucir una prenda de Armani, Calvin Klein, Dolce and Gavana, Roberto Cavalli, Miss Sixty, DKNI, Levi´s, Tommy Hilfiger, Dior…? ¡y yo que creía que comprando ropa en Stradivarius iba a la moda y que el cocodrilo de Lacoste en un polo era lo máximo! ¡Que ignorancia la mía! ¡Qué vida más triste y vacía he tenido hasta que he descubierto todas esas marcas!
En seguida me di cuenta que ese lugar no me correspondía pero no iba a dejar que esos temas de conversación tan interesantes me apartaran del grupo, así que me limite a escuchar y aprender, a asistir con mi cabeza y a darme cuenta de la gran tontería que hay en el mundo, y bastante de esa tontería estaba sentada conmigo esa tarde en ese bar de Madrid.
Pero no os creáis que todo se quedo ahí, nooo!!! Todavía me quedaba por descubrir lo importante de un perfume (que no colonia) y yo fui la culpable de que esas tres señoritas llegaran a debatir sobre tal tema.
La niña pija que estaba sentada a mi lado, perdón… señorita; me pidió que perfume era el que usaba, pues realmente le encantaba y hacia un rato se sentía atraída por ese olor.
A punto estuve de contestarle que tres horas de viaje en un coche, una comida en una pizzería de La Gran Vía y un par de horas licenciosas era el resultado de ese olor; pero me di cuenta que podía traumatizarla para toda la vida y yo no hubiera sido capaz de vivir con tal hecho en mi conciencia, así que opte por meter la mano en mi bolso y sacar el frasco de colonia (que no perfume).
Creo recordar que su valor económico era de unos quince euros y que es una de esas típicas colonias que te regalan en Navidad.
Supongo que tal descubrimiento las debió afectar ¡Les gustaba una colonia de quince euros! Pero bueno no os preocupéis unas sesiones con el Psicólogo y se curan.
Las tres llegaron a la conclusión de que lo importante de un perfume no es su olor, si no que ese olor se lleve bien con tu cuerpo (lo próximo en descubrir seguro que será que uno más uno son dos); pero esa conclusión les llevo a algo más, algo que atormentaba la existencia de una de ella hacía ya mucho tiempo, otro descubrimiento, algo horroroso y traumatizante: “Su perfume, ese que ella adquiría con tanto amor, cada día era utilizado por mas personas; era horroroso iba paseando por la calle y olía como otras personas usaban su perfume”. “Ósea”.
Olvidaros de la crisis mundial, de la gripe A, de las amenazadas de atentados, de la ola de calor, del hambre en el mundo, de la violencia de género, de los abusos de menores, de la ley del menor… nada puede ser más importante que otras personas osen usar tu mismo perfume ¡hasta ahí podíamos llegar!
Me sentí incomoda y mal, aunque había sido una tarde muy instructiva pues había aprendido de marcas y de tonterías, me sentí mal; mire a mi alrededor y me sentí sola, pero no vacía, ahí fue cuando me dieron pena, ¿Qué esperaban de la vida? ¿Qué iban a darles ellas a la vida? Me alegre de ser como soy, de sentir, de vivir, de compartir, de disfrutar de ese frasco de 15 euros que llevo en mi bolso (de mercadillo por supuesto), me alegre hasta de a ver compartido ese momento con ellas; ahora solo me queda tener el valor suficiente para decirle a mi amigo que me defraudo, pues nunca esperaba que sus aspiraciones en la vida estaban en esa mesa con alguna de esas señoritas y que me ofendió pues me demostró no conocerme como amiga.
Pero de todo se aprende y yo aprendí que soy persona y mujer aunque no lleve marcas y que seguiré comprando en Stradivarius y usando la colonia que me regalen en Navidad.
Cristal
No, por Dios… no me contestéis, prefiero vivir con esa incertidumbre; ya tuve la ocasión una tarde en una terraza de un bar en Madrid de descubrir el gran trauma psicológico que puede llegar a ocasionar eso en la vida de una persona.
Os cuento.
“Ósea” todo empezó una tarde en Madrid cuando un amigo me presento a “su novia” (lo de la novia va en comillas porque todavía no tenía claro que fuera la chica de su vida y realmente deseo que no sea así y creo que me comprenderéis cuando terminéis de leer mi especie de conclusión, aunque realmente es posible que se la merezca, quien sabe). Bien con esa novia, venia la corte, dos amigas más.
Estoy intentado no ser irónica, pues no quiero dañar la sensibilidad de aquellos y aquellas que se sientan identificados con este tema, pero también es verdad que no creo que alguien así pudiera perder su tiempo leyendo esto, ni que fuera capaz de entenderlo.
Vayamos al tema, ropa cara y de marca, bueno yo diría de “súper-marca” y os juro que muchas de ellas ni las conocía pero ese día aprendí que alguna de esas marcas son más baratas en Nueva York y que vale la pena tirarse ese montón de horas en un avión para poder adquirir esas prendas.
Alucinaba; si, si, ¡Alucinaba! ¿Cómo he podido sobrevivir 41 años sin lucir una prenda de Armani, Calvin Klein, Dolce and Gavana, Roberto Cavalli, Miss Sixty, DKNI, Levi´s, Tommy Hilfiger, Dior…? ¡y yo que creía que comprando ropa en Stradivarius iba a la moda y que el cocodrilo de Lacoste en un polo era lo máximo! ¡Que ignorancia la mía! ¡Qué vida más triste y vacía he tenido hasta que he descubierto todas esas marcas!
En seguida me di cuenta que ese lugar no me correspondía pero no iba a dejar que esos temas de conversación tan interesantes me apartaran del grupo, así que me limite a escuchar y aprender, a asistir con mi cabeza y a darme cuenta de la gran tontería que hay en el mundo, y bastante de esa tontería estaba sentada conmigo esa tarde en ese bar de Madrid.
Pero no os creáis que todo se quedo ahí, nooo!!! Todavía me quedaba por descubrir lo importante de un perfume (que no colonia) y yo fui la culpable de que esas tres señoritas llegaran a debatir sobre tal tema.
La niña pija que estaba sentada a mi lado, perdón… señorita; me pidió que perfume era el que usaba, pues realmente le encantaba y hacia un rato se sentía atraída por ese olor.
A punto estuve de contestarle que tres horas de viaje en un coche, una comida en una pizzería de La Gran Vía y un par de horas licenciosas era el resultado de ese olor; pero me di cuenta que podía traumatizarla para toda la vida y yo no hubiera sido capaz de vivir con tal hecho en mi conciencia, así que opte por meter la mano en mi bolso y sacar el frasco de colonia (que no perfume).
Creo recordar que su valor económico era de unos quince euros y que es una de esas típicas colonias que te regalan en Navidad.
Supongo que tal descubrimiento las debió afectar ¡Les gustaba una colonia de quince euros! Pero bueno no os preocupéis unas sesiones con el Psicólogo y se curan.
Las tres llegaron a la conclusión de que lo importante de un perfume no es su olor, si no que ese olor se lleve bien con tu cuerpo (lo próximo en descubrir seguro que será que uno más uno son dos); pero esa conclusión les llevo a algo más, algo que atormentaba la existencia de una de ella hacía ya mucho tiempo, otro descubrimiento, algo horroroso y traumatizante: “Su perfume, ese que ella adquiría con tanto amor, cada día era utilizado por mas personas; era horroroso iba paseando por la calle y olía como otras personas usaban su perfume”. “Ósea”.
Olvidaros de la crisis mundial, de la gripe A, de las amenazadas de atentados, de la ola de calor, del hambre en el mundo, de la violencia de género, de los abusos de menores, de la ley del menor… nada puede ser más importante que otras personas osen usar tu mismo perfume ¡hasta ahí podíamos llegar!
Me sentí incomoda y mal, aunque había sido una tarde muy instructiva pues había aprendido de marcas y de tonterías, me sentí mal; mire a mi alrededor y me sentí sola, pero no vacía, ahí fue cuando me dieron pena, ¿Qué esperaban de la vida? ¿Qué iban a darles ellas a la vida? Me alegre de ser como soy, de sentir, de vivir, de compartir, de disfrutar de ese frasco de 15 euros que llevo en mi bolso (de mercadillo por supuesto), me alegre hasta de a ver compartido ese momento con ellas; ahora solo me queda tener el valor suficiente para decirle a mi amigo que me defraudo, pues nunca esperaba que sus aspiraciones en la vida estaban en esa mesa con alguna de esas señoritas y que me ofendió pues me demostró no conocerme como amiga.
Pero de todo se aprende y yo aprendí que soy persona y mujer aunque no lleve marcas y que seguiré comprando en Stradivarius y usando la colonia que me regalen en Navidad.
Cristal
me he sentido totalmente identificado con tu relato...Hace años me paso algo similar, tambien en Madrid, y me alegre enormemente de ser como soy, y sentir y vibrar por las cosas importantes de la vida....
ResponderEliminarresumiendo Luz, tu eres "gente autentica", y por eso alucinabas con la perspectiva de tu amigo, de querer mirar al futuro con personas tan superficiales..
un saludo
así es, en el fondo ese amigo me da pena, aunque muchas veces pienso que no puedo considerarlo amigo, esas personas piensan demasiado en si mismas y no saben responder a la hora de actuar como amigos.
ResponderEliminarEncantada de conocer a alguien como tu al que le gusta vibrar por las cosas importantes de la vida, no tengo dudas de que tu tambien eres "gente autentica".
Besos
Cristal