miércoles, 10 de febrero de 2010

El 14 de Febrero y el Amor


Se acerca el día, el gran día; ese día en que descubrimos que estamos completamente enamorados y nos olvidamos de la sensatez acudiendo a floristerias y tiendas cursis en busca de ese gran regalo que convertirá ese catorce de Febrero en único y perfecto.
Supongo que las diferentes empresas de teléfono agrandaran sus arcas con la gran cantidad de sms empalagosos y horteras que enviaremos e internet se saturara con el envió de emails con palabras de amor.
El corazón sufrirá de taquicardia cuando suene el aviso de un mensaje y nuestra piel se erizara cuando veamos en nuestra bandeja que hay un mensaje suyo.
¡El amor! ¿Quién puede superar este día sin caer en la tontería? El día que encuentre ese amor solo deseo que me ame cada día, cada momento, cada segundo y no solo el catorce de Febrero. También espero flores o un regalo cursi cualquier día, sin ninguna razón; por que le apetezca. También quiero que me lo diga cada día, por email, por teléfono, con sms o a la cara.

Supongo que pensado así nunca encontrare el amor, pero bueno yo seguiré esperándole y así mientras tanto me ahorro unos euros este catorce de Febrero.

No todo es malo, me encanta pasearme por los centros comerciales, ¡están cursis, cursis, cursis!, pero bueno reconozco que en el fondo me gusta; ese exceso de corazones rojos, si; en el fondo siento envidia. Ese chico haciendo cola para gastarse una fortuna en una rosa o esa chica hurgando entre mil objetos inservibles pero preciosos para regalarle a su chico.

A veces me cambiaría por uno de ellos, me encantaría recuperar esas ilusión, la ilusión del amor, saber que ese día sera diferente y especial por que el me recordara cada minuto que me quiere, que me desea, que me ama. Sentir esa presión en el corazón o como se eriza tu piel cuando te roza y esos labios calientes besándote... uff!! o paro o me voy a dar una ducha fría.

Esta claro, el amor no están malo y posiblemente el catorce de Febrero sea un día comercial solo para los que como yo hace mucho tiempo ya que no creen en el amor.


¡Feliz día de San Valentin!


Cristal

martes, 9 de febrero de 2010

¿Alguien sabe si funciona el teléfono de la esperanza?



¿Tiraríais la toalla alguna vez? ¿Cerrar los ojos y olvidar?
Siempre hay momentos en la vida que deseamos dejar de ser. Etapas en las que todo sale mal y no ves más camino que la desesperación.
Mi padre siempre me decía que el día que me cayera de la nube en la que vivía me haría mucho daño; pero mi padre siempre estuvo equivocado, me caí de la nube el día en que nací.
Nací equivocadamente, en mal lugar, en una época que no me correspondía y seguramente en mal momento. Así que partiendo de esa creencia, nada puede salirme bien y no lo dudéis nada me sale bien.
Mi vida se ha basado en los sueños, en esos pequeños momentos que mi imaginación me ha concedido para escaparme de la realidad; pero hasta los sueños se agotan, hasta los sueños se cansan de soñar.
Te levantas por la mañana y ves claramente que es otra mañana más, otra mañana que transcurrirá como las otras, sin mas. Sabes que la tarde sera igual y la noche igualita a las anteriores. Es realmente angustioso sentirse así, sin ganas de seguir.
¿Que hago? ¿Me rindo? me siento cada tarde en mi silla hasta que el trasero o culo, como queráis llamarlo, me duela de estar tanto tiempo sentada, pasando mi tiempo delante de un ordenador, escribiendo tonterías, viendo películas, chateando en un mundo de mentiras y falsedades.
Vale, el que conociera mi situación diría que eso no es rendirse es sobrevivir, que debo aceptar la realidad y comprender que mis tardes continuaran siendo una pesadilla para mi trasero o culo. Que debo hacerlo para poder seguir, pero mi pregunta es ¿si vale la pena seguir así?

No lo entiendo; ando lo mínimo, he descartado mis tacones fuera de las actuaciones, no bailo, no salto, no me caigo, no cojo peso, estoy a régimen, me hincho a medicamento y me paso la mitad del día sentada ¿y... para qué?

No mejora la pierna y por lo visto no mejorara, los dolores no disminuyen, al revés cada día son mas fuertes y malos de llevar. Antes me quedaban mis actuaciones, eso me liberaba de mi semana y me ayudaba a sobrevivir pero ya hasta mis actuaciones se convierten en pesadilla; el dolor empieza a oprimir mi garganta y siento como mi cabeza estalla de impotencia y de odio.
Quiero seguir, si, pero ¿Como? como conseguir esas fuerzas que ya me abandonaron, donde encontrar esa ilusión que he perdido. Me siento sola y me siento ridícula teniendo que acudir a contarle a un Blog como me siento.

¿Alguien sabe si funciona el teléfono de la esperanza?


Cristal

sábado, 6 de febrero de 2010

SOY MENOR Y PUEDO...



Soy menor y puedo…

Hola, soy menor y puedo robar.
Hola, soy menor y puedo maltratar.
Hola, soy menor y puedo matar.
Hola, soy menor y la ley me protege pero ¿Quién os protege a vosotros de mi?

No sé qué sensación es la que os embarga cuando leéis esas palabras pero a mí me dan miedo. Miedo porque vivo con unos cuantos menores.
Podría hablaros de un tópico “¿hasta dónde hemos llegado?” pero realmente lo que más me asusta es “¿hasta dónde llegaremos?”.
La ley está mal hecha, bien, eso es un hecho y cada día pagamos las consecuencias de esa ley, pues cada día hay más menores que roban, agreden y matan pero creo que deberíamos hacernos otra pregunta:
“¿LOS MENORES MATAN POR QUE LA LEY LES PROTEJE
O POR QUE NOS HEMOS OLVIDADO DE EDUCARLES
Y ENSEÑARLES A VALORAR LA IMPORTANCIA DE
SABER SER Y ESTAR?”
Me reitero, la ley ésta mal hecha; pero la ley no tiene la culpa de que los menores actúen de esa manera. Posiblemente ha llegado el momento de que nos replanteemos si estamos educando bien a nuestros menores.
Recuerdo que cuando un profesor citaba a mi padre para una reunión al colegio, yo temblaba. ¡Como mi padre se entere de la que he liado!
Y así era, mi padre en ningún momento dudaba de las palabras del profesor, un adulto capacitado y consciente de que la educación de ese menor empieza en enseñarle a actuar correctamente.
Por eso yo escuchaba el gran sermón y por supuesto un castigo que cumplía hasta el final.
Resultados: aprendí que soy responsable de mis propios actos y que si obro inapropiadamente las cosas no me saldrán bien. Aunque os parezca extraño no necesite ir a ningún psicólogo porque mi padre no me protegiera indebidamente. Aprendí a respetar a los mayores.
¿Qué pasa hoy? El padre acude al centro educativo consciente de la inocencia de su hijo (sin saber todavía lo que ha pasado) y arremete contra el profesor acusándole de mentiroso y de odiar a su hijo (con un poco de suerte el profesor no es agredido por el padre).
Resultados: el menor aprende que puede hacer lo que le dé la gana por que sus padres le van a defender. Aprende que puede mentir y que un profesor no es más que un juguete entre sus manos (quien habla de un profesor habla de un vecino, un dependiente, un policía… una persona). Por supuesto no dudéis de que ese menor necesitara un psicólogo algún día, desconoce sus límites pues nadie se los puso nunca y los límites los necesitamos todos.

No empecé a salir por las noches hasta los 16 años y a las doce debía estar en casa, y claro solo los sábados por la noche. En carnavales, noche vieja y alguna fiesta especial se me permitía regresar a la una de la mañana y así progresivamente y según mi comportamiento iba ganando o perdiendo la confianza de mi padre y con el tiempo conseguí alargar la hora de llegada a casa.
¡Dinero! Ufff lo justo y necesario, así que emborracharme o drogarme era prácticamente imposible.
Amistades; amigos hay buenos y malos en cualquier lugar y momento del mundo pero por supuesto mis padres conocían a mis amigos y si no intentaban por todos los medios “investigarlos”.
Entrar en una discoteca no era algo sencillo, en la puerta un hombre muy agradable te pedía el carnet de identidad y comprobaba que tu edad era la adecuada para entrar en esos sitios.
No recuerdo haberme emborrachado nunca, ni tampoco me fume un porro, no pase mi adolescencia de discoteca en discoteca y los amigos eran pocos, pero muy buenos. Odiaba a mis padres con toda mi fuerza pues la culpa de que no me emborrachara, no me drogara y no pudiera pasarme horas y horas en una discoteca era suya.
Resultados: aprendí a divertirme sin la necesidad de la toma desmesurada de alcohol. Aprendí que la droga no es necesaria para sobrevivir en la adolescencia. Aprendí a valorar a mis amigos, pues ellos aunque os cueste creerlo también tenían padres tan horrorosos como los míos que les hacían todas esas injusticias y debíamos unirnos para poder superarlo. Aprendí a organizar fiestas con mis amigos y a disfrutar de la música de un Cd. Aprendi con el tiempo y con la edad que mis padres no me odiaban y que yo tampoco les odiaba a ellos. No necesite ir a un Psicólogo pues increíblemente tuve una adolescencia libre de problemas y feliz.
¿Qué pasa hoy? Los menores disfrutan de una cantidad de dinero no apropiada para dicha edad. Los menores consumen alcohol de una manera exagerada, los menores se drogan. Los menores acuden a discotecas y bares y nadie hace nada para evitarlo. Los menores no son amigos, solo son compañeros y nunca están cuando se necesitan pues el interés es lo único que mueve a ese menor. El menor no encuentra ningún tipo de resistencia a sus actos pues sus mayores para evitar problemas les dejan vivir así.
Resultados: que queréis que os diga, que beneficio puede ocasionarle el alcohol o la droga a un menor. Que pueden aprender en una discoteca a altas horas de la madrugada y que triste es no tener a un amigo leal a tu lado cuando lo necesitas. Aprende a que el alcohol les inhibe de los pequeños-grandes problemas que puedan tener, que la droga les permite aguantar unas horas más en la discoteca y que no necesitan amigos por que se tienen a ellos mismos. Ellos son el poder pues nadie hace nada para quitárselo. Nadie les pone hora de llegada y nadie les advierte de que algunos supuestos amigos no pueden ser buenos…
Inevitablemente necesitaran ir a un Psicólogo, la droga afectara tarde o temprano a sus neuronas y la soledad de descubrir la falsa amistad les traumatizara. Necesitaran ir a un psicólogo por que nadie les paró los pies, nadie le dijo “oye colega hasta aquí” y cuando alguien se lo dijo fue ese menor el que levanto la mano y el adulto por miedo a esa ley bajo la cabeza y cerró los ojos.
Sabéis cual es el verdadero problema algo que ellos olvidan y no tienen en cuenta, algo que nosotros los padres tampoco pensamos, que llegara un día que no serán menores, un día que ninguna ley les proteja y ese día tendrán que enfrentarse solos a esos problemas y por supuesto a los menores que van detrás de ellos.

Suerte.

Cristal

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿POR QUE?


¿Por qué?

¿Por qué? ¡Tantas veces! ¡Tantas personas! Y ¿Y la respuesta?
¡Quiero una respuesta a ese POR QUÉ? Una respuesta que mienta, que endulce el momento, que me devuelva al antes de ese Por qué.
¿Por qué hice eso?
¿Por qué fui a ese lugar?
¿Por qué conocí a esa persona?
¿Por qué elegí ese camino?
¿Por qué confié en esa persona?
¿Por qué no fui antes?
¿Por qué no fui después?
¿Por qué me compre aquella chaqueta?
¿Por qué me compre aquel coche?
¿Por qué firme aquel papel?
¿Por qué me fui de viaje?
¿Por qué escuche esa canción?
¿Por qué llame por teléfono?
¿Por qué no pedí perdón?
¿Por qué no le di un beso?
¿Por qué no le dije te quiero?
¿Por qué cruce aquella calle?
¿Por qué me subí a aquel taburete?
¿Por qué me caí?
¿Por qué sigo luchando?
¿Por qué sigo soñando?
¿Por qué fui a aquel médico?
¿Por qué no quiero ver la verdad?
¿Por qué me duele el corazón?
¿Por qué estoy llorando?
¿Por qué?
Todos nosotros cuando somos preguntados por un “Por qué” nos quedamos en silencio. Cerramos los ojos y en silencio nos preguntamos “¿Por qué me hace esta pregunta?”. Irónico ¿Verdad?
Y tras el silencio, suspiramos “¡en el lio que me ha metido!” volvemos a pensar. Entonces miramos a esa persona que con tanta necesidad de saber el “Por qué” espera ansiosa enfrente de nosotros.
Ahí, es cuando nos damos cuenta de esos ojos tristes y llorosos, de esa mirada desesperada que ingenuamente espera nuestra respuesta.
Por supuesto mentimos como cosacos o por decirlo de alguna manera más suave: “endulzamos la verdad”.
Y ¿Por qué?...

Cristal

LAS TRAVESURAS DE ESTRELLITA (un cuento para niños)


Voy a contaros una historia, pero ¿queréis saber lo que es una historia?... bien, una historia es una aventura, un cuento, una fantasía, una historia son muchas cosas. Pero una historia puede ser verdad o puede ser mentira. ¿Queréis ayudarme vosotros a que esta historia sea verdad?...
Pues hagamos que sea verdad. Mirad arriba, ¿ya? Cerrad los ojos, muy bien, ¿está todo negro?... Cerrad más los ojos, con mucha fuerza. Seguro que ahora los veis todo negro. No abráis los ojos y buscad una lucecita amarilla, ¿la veis?, está ahí.
Si, ya sé que la veis, ¿sabéis quien es?... es Estrellita, tiene cinco años y si os fijáis tiene mucha prisa, yo diría que está corriendo. Pero… ¡mirad! Detrás de Estrellita hay otra luz más grande todavía. ¡Uffffff! Es Estrella la mama de Estrellita y creo que está muy enfadada.
¿Queréis saber que ha hecho Estrellita?...
Estrellita salió del cole y cuando llego a casa quiso jugar al balón, busco en su juguetero, busco en su habitación, busco en el comedor, en la cocina, en el baño… pero no encontró su balón.
Muy enfada Estrellita fue en busca de su madre y le pidió por su balón, su madre contesto a Estrellita que no sabía dónde estaba su balón y que si lo hubiera dejado en su sitio, el juguetero, lo habría encontrado y ya estaría jugando con él.
Estrellita estaba muy enfadada y no escuchaba a su madre, ¡ella solo quería jugar con su balón! Así que muy decidida le dijo a su madre que se iba a jugar un ratito al cielo.
Estrellita paseaba por el cielo, enfadada y triste y de repente se fijo en “La tierra”.
¿Sabéis lo que es la Tierra?... la tierra es el planeta en el que nosotros vivimos.
Estrellita pensó: “Ummmm!!! La tierra es redonda, como mi pelota, ¿y si juego con ella?
Y así fue como Estrellita fue corriendo hacia la tierra y le dio una gran patada. La tierra empezó a dar vueltas sobre sí misma. A ver el sol y la luna, el sol y la luna, así que de repente era de noche y al momento de día.
Haced una cosa, poneros todos de pie. Así, muy bien, ahora empezar a dar vueltas, despacio no os caigáis. Y mientras dais vueltas, despacito, abrid y cerrad los ojos, abrid y cerrad los ojos, abrid y cerrad los ojos.
Ja, ja, ja, ¡Ya! ¡Ya! ¡Parad! Os vais a caer. Bien volveros a sentar. ¿Estáis mareados? Así se sentían todos los niños en la tierra, mareados de dar tantas vueltas.
Estrellita se quedo quieta viendo como la tierra daba vueltas tan rápidamente y se asusto, pero se asusto más cuando oyó la potente voz de su mama:
- ¡Estrellitaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué has hecho? ¡Has mareado a todos los niños de la tierra!
Estrellita empezó a correr. Cerrad los ojos otra vez, apretar más fuerte, buscar a Estrellita en la oscuridad, ¿la veis?... ¿veis también a su mama corriendo detrás de ella? ¡ufff! Pues mirad bien porque me parece que la mama alcanzo a estrellita. Abrid los ojos ¿ya? ¿todos habéis abierto los ojos?
La mama de Estrellita estaba muy enfadada, cogió a Estrellita por la oreja y la llevo hasta su habitación. Una vez allí, abrió la ventana de la habitación de Estrellita y la hizo mirar por ella. Estrellita se puso muy triste cuando vio que todos los niños de la tierra estaban mareados, amarillos y malitos de la cantidad de vueltas que habían dado por su culpa.
Estrellita miro a su mama y le dijo: “yo no quería que pasara eso mama, solo quería jugar al balón”.
Y su mama le dijo: “lo sé Estrellita, pero cada vez que hacemos una cosa tenemos que pensarlo bien, pues aunque no queramos podemos hacer daño a otros. Ahora Estrellita ya no puedes hacer nada, solo esperar que a los niños de la tierra se les pase el mareo y puedan volver a jugar.
Estrellita se quedo el resto del día en su habitación, asomada a su ventana, viendo como poco a poco a los niños de la tierra se les iba el mareo y empezaban de nuevo a jugar.
Esa noche cuando todos los niños de la tierra se fueron a dormir, Estrellita tomo una decisión, ¡esa noche y todas las noches de esta historia brillaría con mas y mas fuerza, así no habría niño que tuviera miedo a la oscuridad, pues ella iba a darles luz!
Cerrad otra vez los ojos, mas fuerte ¿veis a Estrellita? Pues no olvides que cada noche alumbrara más que las otras para que no tengáis miedo a la oscuridad.
Decidle adiós a Estrellita. ¡Adiós Estrellita!

Cristal

martes, 2 de febrero de 2010

LA VEJEZ (la escribi con 16 años)

Atada a su mundo de viejos recuerdos,
como un cuadro abstracto de poco valor
como una sonrisa basada en un llanto
como una mirada olvidada de amor.

Camina despacio, midiendo sus pasos
dejando tras ella sus años feliz.
Camina con miedo pudiendo caerse
rezagando su paso, su imagen sin fin.

Su silueta marchita y teñida de negro
sus ojos cansados de inmenso dolor
temblorosas sus manos vestidas de venas
como la nieve su pelo recogido cae sin son.

Escribiendo cartas sin destinatario
observando fotos de su juventud
rodeada de silencio, de falta de amor y de soledad
su vida se encierra en un viejo cajón y ya no saldrá.
Atada a su mundo de viejos recuerdos,
como un cuadro abstracto de poco valor
como una sonrisa basada en un llanto
como una mirada olvidada de amor.

Cristal

lunes, 1 de febrero de 2010

"Soy una mala madre"



Afirmativo, "soy una mala madre".
Algunos os preguntareis por que he llegado a esa conclusión. Bien, por que no puedo ser como las otras madres; me es imposible vivir para mis hijos las veinticuatro horas del día.
Me duele dejar de escribir para jugar con ellos, me duele no poder ver una película por que en mi casa se ve el Canal Disney casi esas vienticuatro horas, me duele que sean egoísta, me duele que no se den cuenta del tiempo que pierdo por ellos cuando ellos no son capaces de recordar el lugar de la ropa sucia en casa. Me duele agacharme a recoger los zapatos del comedor y encima tener que escuchar sus reproches. Me duele que no sean capaces de darse cuenta de lo que puedo llegar a quererles aunque no quiera vivir para ellos si no con ellos.
No, no... ya se que ellos están en este mundo por que yo he querido y que ello implica que no pueda quejarme, bueno seguramente yo también fui a si con mi madre y los hijos de mis hijos sean también así con ellos.
No busco escusas, ni planteo quejarme ni dejar de quejarme, claro. Pero bueno no era ese el tema del que quería hablaros, yo quería hablaros de mi como madre y de otras madres.
¿Qué es lo que me hace pensar que soy una mala madre? pues las otras madres.
No puedo ser como ellas, no puedo rendirme ni puedo permitir seguir las normas de la sociedad como ellas hacen. Me revelo a dejar de ser yo misma para que mis hijos puedan seguir usando su egoísmo contra mi.
Me niego a ser madre y a dejar de ser Luz. Hay momentos en los que pienso que el resto de las madres están deseando ser citadas para una reunión en el colegio, y es que realmente esa reunión es para ellas algo importante.
Nos sentaremos todas en silla minúsculas alrededor del maestro y esperaremos ansiosas a que nos hablen de nuestros hijos.
Por supuesto cada una de nosotras tenemos el mejor hijo, eso no lo dudéis; ¿es tan difícil reconocer que vuestros hijos no son perfectos, que pueden llegar a tener algún defecto, por pequeño que sea? ¿Priva a una madre su amor el poder reconecer algún detalle malo de su hijo? ¿No pensáis que ver ese pequeño problema podría ayudarnos a solucionarlo, ayudar a vuestro hijo? No, no piensan, se ciegan al ver esa carita de ángel y se niegan a creer que pueda tener algo malo.
Esa es una de las razones por las que pienso que soy mala madre, mis hijos tienen defectos y muchos, mis hijos no son perfectos y lo veo, me doy cuenta de ello y los reconozco. Supongo que no debo quererles lo suficiente por que mi amor no me niega a la realidad. Pero bueno eso me facilitara que pueda ayudarles y corregirles esos defectos, por supuestos normales para la edad que tienen.
Sigamos en la reunión, ahora viene cuando el maestro nos comunica que próximamente habrá una excursión y que la salida sera a las ocho de la mañana y el regreso sobre las nueve de la noche.
Ahí es cuando ya se confirma que soy una mala madre de verdad; mi primer pensamiento.
"UffF!! un día sin ellos, para mi, para escribir, ver la tele, irme de compras, disfrutar de mi marido... y una oportunidad para ellos de descubrir algo nuevo, relacionarse y por supuesto disfrutar de ese día diferente."
Os aseguro que he llegado a sentirme una mierda de madre en esos momentos. Hay madres que pueden llegar a llorar por tener que que estar un día sin sus hijos, para ellas es impensable poder superar ese día y solo el hecho de pensarlo las martiriza e incluso algunas llegan a negarles a sus hijos la oportunidad de irse a la excursión para evitar que les pase algo.
Os lo dije soy una mala madre.
Hablamos de las actividades escolares, me temo que como empiece no acabe. El maestro en esa reunión nos dice a las madres lo días que tenemos que acudir al centro escolar para colaborar con las actividades. Nos cita de dos en dos y nos explica que debemos hacer o traer.
¡Vale! El mundo se para, un nerviosismo estraño embarga a las madres, una excitación (que debieran compartir con el marido y no con una actividad escolar) palpable culmina el estado de ansiedad que sienten por que llegue ese día, un día que recordaran en su mente eternamente.
Esta claro, sigo siendo mala madre pues es ese unos de los momentos en los que deseo que me trague la tierra.
Odio tener que ir al colegio, odio compartir con esas madres y odio ver como mi presencia en el colegio altera el comportamiento de mis hijos y siento que debería no invadir ese espacio que es suyo, de los niños.
Podría hablaros de mil cosas que hacen que me sienta mala madre, como no dejar a una niña de diez años que vea El Internado, o obligarla a irse a la cama a las diez y media de la noche para que duerma el tiempo necesario y pueda rendir en el colegio al día siguiente. Cuando eran más pequeños se iban a la cama a las nueve de la noche, fijaros lo mala madre que soy, que llegaron a decir que los metía tan pronto en la cama para deshacerme de ellos.
Ella son buenas madres, ellas quieren tanto a sus hijos que les permiten ver esas series de televisión tan instructivas para los niños (que por supuesto se emiten en horario no infantil, que por algo sera)quieren compartir todo su tiempo con sus hijos que les permiten estar hasta las doce o la una despiertos.
En cambio yo, egoistamente, me siento delante del ordenador, chateo, escribo, veo la tele... mientras obligo a mis hijos a permanecer en silencio en sus habitaciones. Lo dicho una mala madre.
No hablemos ya de la ropa; ¡si seré mala madre que obligo a mi mi hija de diez años a llevar ropa adecuada para su edad! cuando las otras madres permiten que lleven ropa de marca que las permite crecer tres o cuatros años en pocos segundos.
No quiero ser como ellas, no quiero ser buena madre, no quiero presumir de querer a mis hijos pues no se puede presumir de sentimientos, no necesito que las demás sepan que quiero a mis hijos. Lo que yo necesito es que mi hijo se acerque a mi y me diga "mama te quiero", entonces es cuando una lágrima recorre mi mejilla. Sabéis una cosa creo que no soy tan mala madre por que mis hijos me quieren y me lo dicen. Bueno también dicen que soy una bruja y mi hija me odia por que no la dejo ver la tele o por que no permito que salga a la calle disfrazada de mujer, mi hijo cree que soy adivina por que siempre le digo lo que le va a pasar y por supuesto también me odia por que no le dejo encender cerillas, atar al perro y yo que se mil cosas adecuadas a su edad, la de siete años.
El odio ese que siente por mi, por su madre, ese odio es el que me demuestra que me quieren y es el que demuestra que no soy mala madre por que yo odie a mis padres en mi momento y ahora se que soy lo que soy por lo que ellos hicieron por mi y se que les quiero con locura, igual que mis hijos me quieren a mi.
Seguiré así, siendo mala madre, no viviré para ellos, viviré con ellos y les enseñare que no son perfectos y que cada etapa de su vida es para vivirla. Mi hija tiene diez años edad para jugar con muñecas y querer ser princesa, mi hijo tiene siete años la edad adecuada para que te llamen del colé y te digan que se a caído y se ha hecho una brecha, luego tengo dos adolescentes de 17 años pero ese es un tema que hoy no voy a tocar.
Creo que muchas madres deberían unirse a mi CLUB DE MALAS MADRES, por el bien de sus hijos.

Cristal