Hoy desperté y extrañamente seguí
soñando
En
los sueños escondemos la realidad dormida de unos posibles deseos, de una
libertad que la vida misma detiene continuamente, de la esperanza que perdemos
al despertar. En los sueños cobijamos todo aquello que no tenemos.
Cuántas
veces hemos despertado sabiendo que hemos soñado algo precioso pero no somos
capaces de recordar, o al revés, un malestar cobija nuestro ser sabiendo que
algo malo ha atormentado nuestra noche.
Los
sueños son… los que nos permiten escapar del día a día, para bien o para mal,
en la realidad o en la fantasía.
Y
yo hoy desperté con el corazón alterado como el de una niña de dieciséis años, desperté
querida y deseada, desperté enredada en los brazos del cariño mas olvidado, de
los besos húmedos y calientes que solo se dan en un momento, me desperté sintiendo
ese escalofrió que despierta los instintos más dormidos.
Si
absurda es la vida, más absurdo era mi sueño. Imágenes continuas sin sentido y
sin aliento, pero siempre esa misma sensación, esa misma compañía.
El
aliento de un susurro en mi odio, esos labios tiernos y suaves rozando mi
cuello, acogiendo mis sentidos. El tiempo paro su camino para recorrer mi
cuerpo, como solo el amor inquieto de un primer momento pueda dar.
La
inexperiencia ávida a lo desconocido, la necesidad de aprender sin ser
enseñado, el deseo de ser y dar, eso que el tiempo nos roba y convierte en
cotidiano.
La
complicidad innata de lo que en minuto o tan solo un segundo pueda dar, pero que
en ese momento es completa, otorgando a dos seres la capacidad de ser uno solo. Que
nos permite sentir y valorar cada movimiento, despertando nuestros instintos más
básicos que nos llevan a esa estasis que el tiempo no ha robado.
Esos
brazos fuertes, que aunque a su vez temblorosos abrazaban mi torso, haciéndome
fuerte en mi existencia, devolviéndome la seguridad de ser querida. El calor de
un cuerpo que reposa el cansancio de lo aun inacabado y el latido continuo de
ese corazón que sin ser tuyo esta tan cerca que su ruido enmudece el sonido. El
valor de lo que tiene precio…
La
inocencia que da todo sin esperar recibir, el amor callado que solo en un sueño
puede existir, el deseo más ardiente que tan solo esconde la necesidad de ser,
estar y recibir. El amor que durmió en la letanía y fue quimera en ese momento.
Lo olvidado, lo perdido, lo que dejamos en el camino de la vida pues dejamos de
valorarlo.
Hoy
desperté sintiendo que mi ser había vibrado, que ese escalofrió que sentía cuando
di mis primeros besos lo había recuperado, desperté con la imagen de una rosa
en mi mente, hoy desperté y extrañamente seguí soñando.
Cristal
Pdta.:
lo más divertido es que la culpa de este sueño la tiene una canción de Manolo
escobar. ¿Alguien puedo decirme que significado metafórico tiene la frase: “Y
las rosas que calientan nuestro sol…”
Tiene
narices el tema